El Googlecentrismo
El ser humano tiende a mirar a su alrededor, no puede evitarlo. ¿Y qué vemos a nuestro alrededor si no el cielo, el universo?
En la época clásica Aristarco de Samos fue el primero en proponer que el Sol era el centro del universo. Después Eudoxo de Cnido, afirmó que no, que la Tierra era el centro; idea que gustó a Aristoteles y a Ptolomeo, y que perduró hasta que Copernico volvió a insistir en el heliocentrismo. Brahe y Galileo toparon con la Iglesia, como el amigo Sancho y Don Quijote, que defendía desde siempre que el centro de la creación era la Tierra.
En este ir y venir de ideas, cultos, mitos y creencias, se va desplazando el centro del Universo del Sol a la Tierra, de la divinidad al hombre.
Y sin embargo, todos estaban equivocados.
Seguimos siendo criaturas curiosas que miran a su alrededor, pero ya no usamos ingenios ópticos, cuadrantes, mapas… usamos internet, usamos Google.
¿Qué es el Googlecentrismo? ¿De dónde surge?
El Googlecentrismo es fruto de reconocimiento que millones de usuarios dan a los servicios que ofrece Google, al que prefieren en un 96% sobre otros buscadores.
La pax imperia de Google es fruto de nuestra elección, nosotros mismos hemos colocado a Google en el centro de Internet. Y va a ser difícil moverlo de allí. ¿Por qué millones de usuarios prefieren a Google? Porque Google ha ido depurando con sus famosos algoritmos los resultados que ofrece, tratando de satisfacernos en cada búsqueda que realizamos. Y aparentemente lo consigue pues realizamos búsquedas continuamente: cuándo no sabemos si subrayar se escribe con ll o con y, cuando no nos acordamos del título de una película, cuando buscamos billetes de avión, un restaurante… cuando queremos saber o encontrar algo.
Esto genera una situación de monopolio, no necesariamente mala. Pero que nos obliga a reconocer a Google en el centro de Internet.
Soy Googlecentrista ¿Qué puedo hacer?
El primer paso es la anagnórisis.
El reconocimiento. El entender que esta situación de predominancia en las búsquedas de internet no solo nos afectan como usuarios, sino como empresas.
Nuestros clientes ya no buscan en las Páginas amarillas… lo hacen en Google.
El segundo paso es por tanto hacer que nos encuentren.
Debemos dejar de pensar en que puede hacer Google por mi, y empezar a pensar en que puedo hacer yo con Google.
Pero, ¿cómo hago para que me encuentren?
Aquí llega el tercer y más importante paso: obedecer a Google, y rendirle tributo.
Para obedecer a Google, hemos de entender sus reglas y actuar en consonancia con las mismas: es decir optimizar las páginas, haciéndolas mobile-friendly, con SEO, contenidos originales, etc.
De esta forma Google valorará positivamente vuestras webs y, así, las considerará dignas de figurar en sus primeras páginas de resultados.
Y para los más devotos, incluso podéis realizar ofrendas en modo de Adwords para que mientras vuestros inciensos quemen, vuestras monedas suenen… os permita aparecer si es que vuestra ofrenda/puja ha sido suficiente.
Esto de pagar a Google, por muy centro del universo que sea, no me gusta.
A nosotros tampoco cuando no es necesario.
Por ello es conveniente distinguir cuando usar el posicionamiento SEO y cuándo realizar tributos a San Google (SEM).
Ambas estrategias de visibilidad no se oponen… en algunos casos es conveniente el uso de SEM, de anuncios, pero hay que asegurarse de que el dinero que nos gastamos en una campaña de adwords sea rentable y considerar si el SEO (posicionamiento orgánico) puede ayudarnos a ahorrar costes, por su larga duración no dependiente de cuotas ni pagos mensuales.